El pintor noruego Edvard Munch contrajo la gripe española en 1919 y, tras ello, dejó testimonio de su padecimiento a través de su obra Autorretrato después de la gripe española, en la que se ve a un hombre de mediana edad, sentado y convaleciente.

La vida de Munch, considerado uno de los precursores del expresionismo, estuvo marcada por la tragedia y las pestes.

Cuando tenía cinco años, su madre murió de tuberculosis y, poco después, falleció su hermana por la misma causa. Edvard escribiría años más tarde: “La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida”.


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